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La periodista argentina Nadia Fink presentó en el Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla los tres volúmenes que hasta ahora ha publicado de su colección “Antiprincesas”.
Cualquiera puede hacer la prueba de visitar una juguetería y hacer una comparación entre la naturaleza de los artículos para niños y para niñas. Como padre de mellizos (Sebastián y Valentina), la experiencia ha sido para mí algo más que un experimento sociológico, una oportunidad de reflexión. Mientras que los artículos para niños son activos y extrovertidos, el mundo de las niñas es de color rosado y llama al confinamiento en el hogar y al cultivo de la belleza. En ese punto, tarde o temprano será inevitable la aparición de extraños seres femeninos envueltos en vestidos impecables: las princesas.
Las hay trigueñas, pelirrojas, de rasgos orientales o de rubia cabellera americana. Pero, en el fondo, sucede lo que la revista satírica Mad comentó acerca de Betty y Verónica (las eternas novias de Archie en los cómics clásicos): que en lo único que se diferencian los dibujos es en el color del pelo. Como personajes son unidimensionales e intercambiables. En eso pensaba cuando, alguna vez, le dije a Valentina que era más importante ser inteligente que ser bonita. Días después, en una juguetería, agarró una muñeca Barbie y me preguntó en voz alta: “Papá, ¿esta princesa es inteligente?”. Tenía tres años. Me sentí orgulloso como padre cuando le contesté “No tanto”, y ella volvió a dejarla en la estantería.
Todo esto viene a colación porque durante todo el año pasado anduve buscando modelos femeninos idóneos para mi hija. Lo que ella llamaría “princesas inteligentes”. Leí en internet la historia de una madre que para Halloween disfrazó a su hija de Marie Curie (la premio nobel de física que estudió los isótopos radioactivos), lo que me pareció original pero un tanto extremo. La respuesta vino, finalmente, cuando una gran amiga viajó a Argentina y trajo los dos primeros libros de la colección Antiprincesas. Son las biografías de la artista mexicana Frida Kahlo y de la cantautora chilena Violeta Parra, bellamente ilustradas, contadas como si se tratara de un relato infantil.
Por ejemplo, a Violeta Parra la acompaña todo el tiempo un pajarito, que no solamente ayuda a conectar los distintos episodios del relato, sino que parece sacado directamente de su cancionero. Imposible no recordar una de sus composiciones:
Un pajarillo vino a posarse bajo mi arbolito
Era de noche, yo no podía ver su dibujito...
La autora de estas biografías es la periodista argentina Nadia Fink, quien participó en el Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla, donde presentó los tres volúmenes que hasta ahora se han publicado (el más reciente es sobre Juana Azurduy, heroína de la independencia en Bolivia) y compartió un par de buenas noticias para sus pequeños lectores en Colombia. No solamente se llegó a un acuerdo con La Fogata Editorial para que las Antiprincesas circulen en nuestro país, sino que un próximo volumen estará dedicado a una heroína colombiana.
¿En qué momento se dio cuenta de que las historias que consumían las niñas son estereotipadas?
Hace muchos años que estoy interesada en la literatura infantil, y en medio de la crianza de mi hija, que ya es adolescente, siempre me parecía bueno mostrarle alternativas. No es que se lo prohibí, porque son cuentos clásicos, pero busqué alternativas a esas niñas que son perfectas, limpitas y quietitas y viene el príncipe azul y las rescata. Con estos libros pensábamos, en principio, contar historias de mujeres reales. Creo que no fuimos tan conscientes de que el trabajo llegara tan lejos. A pesar de que se llamen Antiprincesas, más que oponerlas buscamos que las niñas encuentren espejos más reales, más cercanos, donde mirarse.
¿Por eso son latinoamericanas?
Sí, y además están en contraposición a toda esa cultura tan europea de los cuentos tradicionales.
Eso quería decirle: son mujeres transgresoras. Pero además hay episodios fuertes en esas vidas, como el accidente de Frida o el suicidio de Violeta. ¿Cómo abordar esos temas desde una literatura infantil?
En los cuentos tradicionales hay cosas que eran terribles y que no se pusieron en discusión: Cenicienta y Blancanieves eran maltratadas por las madrastras. Pero con respecto a la pregunta, la idea fue trabajar con un lenguaje sencillo, no empobrecido. Creo que no hay que tener miedo de hablar de ciertos temas con las niñas y los niños. Son temas que pueden llegar bien si se abordan de manera natural. En el caso de Violeta no contamos el final, sino que proponemos que sigan investigando con adultos que acompañen. Pero tratamos de hablar de todo, de la muerte, del amor.
La Cenicienta o la Bella Durmiente, ¿son veladamente machistas?
Bueno, el tema de género está cada vez más sobre la mesa. En principio lo que queríamos era mostrar estas mujeres que tuvieron una vida más común. Porque, ¿cuántas mujeres conocemos que sean perfectas y tengan vidas de princesas? Pero además discutir, por ejemplo, por qué los juguetes son tan sexistas desde chicos: es muy natural que a una niña le guste jugar a la pelota también. Si se los dejara elegir, rotarían mucho más los juguetes. Entonces queremos que estos libros discutan eso que está tan asentado en la cultura y en los medios.
Basándose en su investigación sobre mujeres de Latinoamérica, ¿quién podría ser la antiprincesa colombiana?
Policarpa es un personaje interesante. Cuando estuve en Bogotá hace dos años y medio, me tocó una exposición en el Museo Nacional sobre las luchas por la libertad. Fue muy interactiva y me llamó la atención la Pola como personaje. Así que estoy buscando información desde aquel momento. También sé de María Cano y algunas otras, pero a mí me sedujo mucho la Pola. Así que veremos resultados por ese lado.
El espectador.com